jueves, 7 de agosto de 2014

El efecto de los días nublados.

Quizás lo que hace especiales a los días nublados es que nos limitan la visión. 
La realidad es que nuestro mundo la mayor parte del tiempo llega sólo hasta donde nuestra visión llega; es por eso que resulta muy conveniente para nuestra alma que haya algo que obstruya nuestra vista. Entonces, bajo las densas nubes, nuestro mundo se limita a lo que podemos ver, lo que permanece junto a nosotros bajo la neblina. 
Quizás el resto del mundo se esfuma por un minuto y deja de haber tanto ruido mental.
Somos nosotros dentro de una esfera pequeña con copos de nieve; gana peso el presente, lo que nos rodea; volteamos y vemos a quien está a nuestro lado; ahora podemos ver mejor sus acciones, sus esfuerzos, sus amor hacia nosotros y pensamos: está aquí, haciendo lo mejor que puede junto a mí.

Es el efecto de los días nublados: nos hacen notar lo que es real para nosotros. 
Sí, limitar la visión nos hace ver las cosas realmente importantes; las personas que nos quieren, las personas a las que queremos y no necesariamente porque están presentes, pero por que se hacen sentir.

¿Qué piensan las personas cuando están cerca de morir, cuando su visión se limita, cuando la cúpula se achiquita, cuando su mundo se reduce? Aun no lo sé, pero cuentan que piensan en las personas a las que amaron y de las que estuvieron rodeados.

Hace falta más de esto para poder estar bajo un cielo despejado, para lanzarse a conocer el mundo sin perder la esencia, sin ignorar a quienes nos quieren, para poder tener de esta vida siempre lo mejor.