domingo, 20 de marzo de 2011

20 años.

Hace 20 años... Hace, exactamente veinte años: Mi madre me tomó por primera vez entre sus brazos, haciéndome sentir la mejor bienvenida que me habrían podido dar; imagino esa sensación de tener la mayor protección en el mundo y soy feliz. Hace veinte años yo pude por fin, sentir su piel, escuchar su voz mientras me arruyaba, sentir su respiración, su delicado olor. Imagino sus rizos: despampanantes y un poco despeinados. Su rostro, todo iluminado y lleno de energía a pesar de todo el esfuerzo y cansancio que ella y las demás madres conocen. Yo imagino sus ojos, sus hermosos ojos verdes, con esa mirada tan profunda y chispeante; ojos en los que por primera vez me reflejé.

Imagino la sonrisa de mi padre. Imagino cómo, a pesar de haber recibido a tantos niños en ese hospital, se sintió conmovido. Imagino su sonrisa, el cuidado con el que me tomó entre sus brazos.

Todavía puedo sentir lo que en ese momento sentí. Yo no era consciente, ni siquiera creo haber podido ver o entender algo. Pero esta vez quiero pensarlo, imaginarlo y entonces: verlo.

Puedo sentir cómo, a pesar de conocernos hace unos minutos, ellos me demostraban su amor. El más grande, puro y sincero.

Es increíble cómo pasa el tiempo y, sinceramente no puedo decir que todos esos años pasaron rápido, pero sí puedo decir, que desde que tengo consciencia... todo se apresuró.

Hasta aquí al menos puedo decir que reconozco una gran leccion: la lección de vivir el presente, la lección de no preocuparnos por el pasado o el futuro; de no preocuparnos en formar castillos en el aire o cuentos imposibles, sino de sólo vivir.

Esa sensación de ya no tener dieci... algo, sino ¡veinte años!

Asusta un poco. No es que no quiera o esté feliz... Pero daría mucho por volver a cuando tenía un año, y quedarme en pausa por mucho... mucho tiempo.
Los años no fueron cortos, pero la forma en que los viví sí. Todos los niños deberían poder ser conscientes de eso, todos deberían saber que jamás habrá oportunidad de regresar, que jamás ese momento volverá a pasar.

Hoy es mi cumpleaños. ¡Lo pasé genial! Y no necesité algo extraordinario, sólo estar rodeada de las personas que en me aman, que sonreían, que molestaban, que gozaban, que vivían.
¡Qué mejor manera de empezar un nuevo año que escuchando cómo te cantan, cómo te desean lo mejor! Puedo decir incluso, que éste día fue lo suficientemente largo como para disfrutar.

En la vida no necesitabas mucho más que eso: a ellos.

Es gracioso porque, de una u otra forma entiendes que las personas que tienes a tu alrededor son todo lo que importa y no es necesario que te feliciten, tú sabes que están allí; sabes que estuvieron y que han estado allí, para ti, escuchándote, acompañándote, guiándote... siempre. 
Es más, debería ser un "gracias" por parte de uno mismo hacie ellos por formar parte de nuestras vidas por todo este tiempo.

Y eso es lo que yo quiero hacer hoy. No sé que tan claras estén mis palabras pero, hoy me gustaría agradecer por estar viva; agradecer que desde que llegué estuve rodeada de personas maravillosas; y cada sonrisa, cada abrazo, cada pequeña pero muy significativa muestra de cariño. Porque lo único cierto es que... son los que tenemos cerca, los que valen la pena.

En estos veinte años he tenido la oportunidad de conocer también a muchas personas maravillosas; pude convivir y de aprender de ellos. Y lo importante tampoco es que continúen a nuestro lado o no, sino que alguna vez lo estuvieron... y que dimos lo mejor; y que en ese momento fue lo único que nos importó.

Admiro y aprecio a todos los que forman parte de mi vida, que me enseñaron tanto; que me enseñaron sobre que a la vida se viene a vivir el "Ahora", y se viene a amar.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Niños


Ves el dulce rostro de un bebé y piensas: ¡es hermoso! Te permites ir un poco más allá y lo imaginas de grande: de seguro será amable, carismático, seguro, exitoso. Es muy inteligente, podría ser un ingeniero, abogado, profesor, agricultor, médico... ¡algo grandioso!

Pero el tiempo pasa, y poco a poco vas quitandole lo dulce ante tus ojos porque ahora resaltan más ante ti sus travesuras, sus ganas de hablar; la energía normal de un niño. 

Y después de unos años lo ves, y sin haberlo notado, todos esos pensamientos que alguna vez tuviste desaparecieron... Habías puesto tantas expectativas en un pequeño niño, que no te fijaste en lo que era realmente, lo que tenía para ofrecer, lo que le hacía falta para pulir sus calidades.

No pasa con todos, pero pasa. Pasa que viste en ellos algo grande y que luego no hiciste nada para que pasara; te sentaste a esperar; se lo has dejado al tiempo... y cuando menos lo sientes, ha crecido.