miércoles, 28 de diciembre de 2016

Huellas y filtros

Si le hago un comentario a mi hermana ella lo sabrá interpretar. Va a saber lo que quise decir debido a todas las conversaciones que hemos tenido en desayunos, cenas, viajes; lo sabrá porque ha observado cada cosa que hago: mi manera de ver la vida, lo que comparto. Ella conoce mis intereses, mis enfoques.

En realidad vamos entretejiendo siempre una visión en una relación, como un filtro con el que vemos las cosas. A veces con esmero y otras sin cuidado alguno.
Una vez que las personas le damos cierta visión, esta se instala y se aplica para cada encuentro, cada charla... como un chip. Y vamos cambiando de chip conforme la persona o grupo de personas con el que estemos, y en base a eso platicamos o actuamos.
Así es como con alguien podemos hablar tranquilamente de la vida mientras que con otros no nos atrevemos y hablamos de cualquier cosa que no sea nuestra.
Esta es la razón por la que con solo saber que veremos a alguien, nos emocionamos porque sabemos más o menos lo que haremos, lo que platicaremos a gusto.

Yo quiero ser eso para ellos... ser como esa cita que hace muchos años leímos y un día de pronto la volvemos a encontrar y nos vuelve a transmitir la misma sensación que nos dio entonces. Esa idea que no cambia sino que solo se amplifica. La que permanece.


En tal caso, lo triste es cuando una relación acaba. Cuando por alguna razón mi vida se separa de la de un ser muy querido. Porque entonces me quedo apretando fuerte las manos, esperando haber dejado una mensaje de amor, un recuerdo bonito; haber contribuído y sembrado una semillita que ayude en un futuro. Mas de alguna bonita visión espero haber podido dejar.