martes, 15 de agosto de 2017

Nómada

(Mi selección de música aquí)

Hay un lugar a donde van las fotos que voy borrando,
hay uno nuevo que está preparado para atesorar.
Hay un espacio donde caben los años,
los daños, los sueños, las mariposas,
las metas, las risas, las ganas de convertirse en espuma de mar.

En la vida somos entrenados para eso:
para disfrutar de las estaciones a las que llegamos y luego
observar por la ventana cómo se van quedando detrás.


Nunca lo platicamos con calma y no te conté,
pero desde niña he practicado mucho el arte de la mudanza.
Solía contener la respiración por largos minutos,
solía desear que hubiera algo que nos hiciera quedar.
Pero de un momento a otro estaba de camino por la carretera,
y entonces la vida debía volver a empezar.

Siempre que empacaba mis cosas intentaba recordar lo indispensable,
y aún así, siempre me angustiaba al pensar en lo que quizás se había quedado,
y con los años descubrí que sí,
siempre dejé algo de mí en cada lugar.

Tengo puesto el suéter que un día me dijiste que te gustaba,
el café con florecitas celestes y rosadas.
¡Cómo quiero verlo y no recordar!

En fin. Seis años nunca pasarían en vano.
En seis años un pequeño lugar se las arregla para cambiarnos la vida.
Así sucedió con la mía.
Me compartiste la tuya por un breve momento en el universo
y con eso bastó para salir por una puerta distinta,
llevando en los lentes un nuevo cristal.


...
Hace cinco años no habría comprado un suéter como el que llevo puesto ahora,
pero eso es lo que se gana cuando uno se permite amar.



Soy experta en el arte de empacar mis cosas e irme lejos,
y sin embargo
esta vez me toca contener la respiración
y volverme experta en el arte de soltar.

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