miércoles, 9 de marzo de 2011

Niños


Ves el dulce rostro de un bebé y piensas: ¡es hermoso! Te permites ir un poco más allá y lo imaginas de grande: de seguro será amable, carismático, seguro, exitoso. Es muy inteligente, podría ser un ingeniero, abogado, profesor, agricultor, médico... ¡algo grandioso!

Pero el tiempo pasa, y poco a poco vas quitandole lo dulce ante tus ojos porque ahora resaltan más ante ti sus travesuras, sus ganas de hablar; la energía normal de un niño. 

Y después de unos años lo ves, y sin haberlo notado, todos esos pensamientos que alguna vez tuviste desaparecieron... Habías puesto tantas expectativas en un pequeño niño, que no te fijaste en lo que era realmente, lo que tenía para ofrecer, lo que le hacía falta para pulir sus calidades.

No pasa con todos, pero pasa. Pasa que viste en ellos algo grande y que luego no hiciste nada para que pasara; te sentaste a esperar; se lo has dejado al tiempo... y cuando menos lo sientes, ha crecido.

No hay comentarios: