jueves, 17 de agosto de 2017

Felinos

Cómo cambiaban los momentos de soledad en casa con la pequeña compañía de un ser exigente y juguetón. Había pasado los últimos meses compartiendo con un perro, en tantas formas distinto; seis veces su tamaño, cuatro veces su pelo, tres veces su mal olor. Estos brindaban también una relación distinta: los perros no saben disimular cuando sus intenciones son egoístas.

Los gatos, sin embargo, ni siquiera tienen intención de disimular, pero uno parece incapaz de notar cuando están dictando sus órdenes porque siente como si devolvieran amor cuando les cumple sus deseos, a pesar de tener la leve sospecha de que no es así.

Yo ignoraba todo sentimiento que intentara nacer en contra de mi gatita. Todo era en vano. Era una lucha de mucho tiempo atrás perdida. Mi gatita me había ganado.
Por supuesto, no ocupaba el lugar de mi perro, pero, en ese momento yo estaba experimentando un amor completamente distinto.

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