¿A quién debo hacer caso, a el día o a la noche?
¿Quién me susurra las cosas que en realidad quiere mi corazón?
¿Por qué de pronto todo cambia en cuestión de horas y lo que tenía decidido vuelve a borrarse y empiezo a dudar?
El día me da el abrigo de la esperanza y la fe y la tranquilidad; la noche, al contrario, me lleva a la duda, me hace temblar.
Puedo bajo la luz del sol decir que estoy bien y que no necesito más, pero la luz de la luna lo viene todo a cambiar y es como si mis manijas retrocedieran y mis engranajes no coincidieran más. ¡Vamos! Necesito un respiro pronto o mis neuronas morirán.
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