domingo, 5 de octubre de 2014

Lo que tenés adentro

A mí no me interesa saber cuántas células tenés, cuánto oxígeno necesitás, cuánta sangre pasa por tu corazón cada minuto o cómo le hacés para expulsar tu dióxido de carbono.
No me interesa saber el tipo de señales que tus células mandan, si tenés pie plano, tu número de huesos o si tu íleon absorbe vitamina B12.
A mí me interesa saber cuántos abrazos puedo darte al minuto, la forma en la que brillan tus ojos cuando miran para arriba o la manera en que tus dedos oprimen las teclas del piano. Lo único que me interesa de tus huesos es que no se desgasten muy rápido, que tus células se mantengan normales, que tu corazón tenga fuerza necesaria pero no exagerada, que tu sangre esté con la osmolaridad justa, que pueda apoyar mi mano en las palmas de las tuyas, que estés respirando, que tus articulaciones te permitan correr o volar si se puede y que tus neuronas te dejen siempre recordar. Porque si acaso algún día cualquier diminuta cosa de todo ese engranaje dejara de funcionar, entonces, querido mío, entonces yo me aprendo todo lo que tenés adentro para verte mejorar.

No hay comentarios: