Ya no se puede dormir en calma,
ya no se puede rehidratar el alma.
Débil me recorre la sangre las venas.
Parece que cala.
Succiona el animal de nuevo mi sangre y siento cómo me la arrebata,
basta con querer mover ágilmente los brazos
y no poder.
Parece que sin sangre no se puede disfrutar la vida, parece que aunque quiera ya no puedo sostenerme en pie.
Ninguna sensación más cerca de sentir que se llega a casa
que cuando se abraza a quien tuvo igual de seca el alma alguna vez.
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